Las primeras representaciones iconográficas de esta fiesta, se remontan a mediados del siglo IV, y son esenciales: Cristo a lomos de un asno, a su paso se extienden los mantos y se agitan las ramas en señal de alegría.
Dichas representaciones nos muestran a Cristo sentado "de lado" y no a horcajadas. El motivo debemos buscarlo len la transformación de la representación de "naturalista" a "simbólica", por lo que la cabalgadura se convierte en un "trono" del Cristo-Rey.
En el manual de iconografía de Dionisio de Furná, de alrededor de 1700, ejemplifica la escena tal y como se representa en la ilustración. La estabilidad del esquema iconográfico se debe sobre todo al hecho de que el elemento inspirador ha sido exclusivamente el relato de los Evangelistas.
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